martes, 3 de febrero de 2015

LA FAMILIA BICÉFALA

Desde muy pequeñita he escuchado hablar de política más de lo que me hubiese gustado, aunque hoy por hoy lo he de agradecer, puesto que me ha servido para tener una idea clara y real de lo que acontece en la sociedad a la que pertenezco y de lo que quiero y espero para ella.

Se da el hecho de haber pertenecido a una familia dividida en este aspecto.

Por una lado una familia grande, numerosa, con miles de líos a cada dos por tres, alegre, ruidosa y ostentosa donde la derecha y la convicción de que con “Franco se vivía mejor” moraba a sus anchas…

Por el otro una muy pequeñita pero bien avenida, donde la izquierda, la pasionaria, las manifestaciones, la lectura, la cultura, la defensa de la clase “obrera” y demás se promovía constantemente...

Frente a todo esto estaban mis padres, que en tantas ocasiones les vi discutir y desgastarse como pareja por el tema. Aunque entre ellos existía consenso y compartían la misma ideología, en cuanto socializaban en terreno contrario al de ellos acabábamos volviendo en nuestro  “127” con una bronca que acababa sacando los trapos más sucios y los argumentos más absurdos para terminar completamente enfrentados por algo que a otros les dejaba dormir a pierna suelta sin importarles el calado que un comentario como: “el año que viene que se mueran todos los comunistas” y otros tan desacertados como ese se vertían a sabiendas de la condición de él, que no era el de una persona contestaría, sino más bien un ser cordial con quien no van los conflictos y que se sentía tan solo y tan extraño como un pulpo en un garaje.

“El rojo”, ese que no iba a jugar al bingo cuando todos, con sus buenos coches, llevaban a sus esposas envueltas en abrigos de pieles de animal (a cual más cara) cada domingo a la sala cercana mientras él se quedaba con su mujer al cargo de la chavalería viendo como “potreaban” los sillones. El mismo que cuando veraneaba en conjunto se volvía a hacer cargo de todos y mientras “los hombres” iban al pueblo a comprar el periódico, el pan, los pollos asados y de paso a tomarse las cañas pertinentes, acondicionaba el “127” para acoplar al mayor número de sobrinos y llevárselos al río para que se bañasen y jugasen a la vez que de cualquier manera se empeñaba en enseñarles a pescar, en gastarles bromas e intentar que ninguno se ahogase sin él apenas saber nadar.

Le llamo "el rojo” por marcar la tendencia política ya que es lo que acontece, aunque realmente era “diferente” ya que no bebía y le sobraba lo de socializar en los bares al igual que otras muchas cosas. Igualmente, se ganó el cariño de su familia política, tanto como ellos el de él, y aunque en cierto modo yo lo vi un poco excluido en su momento (opinión personal desde mi condición de niña vivida en ese momento), no por ello nos puso en contra de ninguno de aquellos que no pensaban como él y lo que ha prevalecido siempre ha sido el inculcarnos el RESPETO, por eso no hemos dejado de querer a nuestra FAMILIA, porque somos parte de ella a pesar de nuestras convicciones…

Hay una frase que me marcó y que siempre se decía en mi casa:
“LA LIBERTAD DE UNO COMIENZA Y ACABA DONDE LO HACE LA DE LOS DEMÁS”

Mis primeros amigos fueron mis primos y primas con los que hoy todavía puedo contar  si es que necesito algo que esté al alcance de su mano, como ellos conmigo.

Tenemos la desgracia de contar en la historia de nuestro país con una guerra civil que dividió familias, amigos y pueblos, por lo que espero que en adelante todos nos respetemos y no agredamos ni descalifiquemos por  nuestras diferencias ya que lo que nos UNE ES MÁS GRANDE QUE LO QUE NOS SEPARA.


¡OS QUIERO FAMILIA!

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